domingo, 3 de mayo de 2015

¡Gracias, Doña Petrona!






  

¿Vamos a olvidarnos por un momento que nos puede leer algún académico (¿por qué no?) y usamos la palabra “pionero” con todo el valor humano que se merece? Claro que más correcto sería decir: “profeta”, “vidente”, “anunciador”… Pero “pionero” me suena más lindo: ¡abridor de caminos! El primero. El primero en tener coraje para dar el primer paso, luchar solo, y abrir nuevos horizontes para que los que vengan detrás puedan transitar tranquilos y seguros. Y tal vez aquellos recibir las críticas. Y tal vez estos cosechar los aplausos. ¿Sabe por qué le cuento esto? Porque recién ahora conozco de cerca a doña Petrona C. de Gandulfo, pionera en nuestro país, de una profesión durante muchos años relegada. No sé cuántos best-sellers de temas prácticos puede haber en el mundo. Pero el “libro gordo de doña Petrona” está próximo ya a la edición Nº70. ¿Existe, acaso, alguna fórmula para alcanzar el éxito? Sólo puedo contarles lo que para mí ha sido un ejemplo: trabajar, trabajar y trabajar. Más de diez horas diarias escribiendo, corrigiendo, creando, y un afán constante de perfeccionamiento. Pero, lo más importante: una generosidad sin límites para todo aquel que llega hasta ella y quiere saber más. Lo que me reste decir, que lo diga alguien más importante que yo: “Arte bello es aquel en que la mano, la cabeza y el corazón marchan juntos” (RUSKIN).



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