domingo, 7 de junio de 2015

Pan árabe






Y el milagro se hizo. Recibí una atentísima y diplomática carta firmada por SALIMI AKKAD de la colectividad libanesa, quien, ante mi fórmula delirante, con mucha ternura se apresuró a enviarme su receta heredada. ¿Y sabe una cosa? ¡Mucho más fácil de lo que yo imaginé! Esto me hizo recordar una frase de AMIEL: “Hacer con facilidad lo que es difícil para los demás: esto es el ingenio; hacer lo que es imposible para las personas de ingenio: esto es el genio”… SALIMI, además de generosa e ingeniosa, ¡resultó genial! Intente usted buscar la receta de pan árabe en tantos recetarios que andan sueltos por el mundo: no la encontrará. En cambio pida ayuda a un público generoso, y ¡aunque sea UNA EN UN MILLÓN, le tirarán un salvavidas! Confieso que al leer la receta que me mandó SALIMI pensé que era imposible que unas simples tortitas de levadura pudieran inflarse sin miga y dar por resultado el famoso pan árabe. Pero la ensayé y reconozco que la receta es exacta. Disuelva 25 gramos de levadura de cerveza en un vaso de agua tibia junto con 1 cucharadita de azúcar; luego déjela en sitio tibio hasta que se convierta en una espuma. Entonces, vuelque sobre la mesa ½ kilo de harina común, haga un hueco en el centro y ponga allí la levadura fermentada, más sal a gusto. Luego amase agregando de a poco agua tibia en cantidad necesaria para formar un bollo. Entonces, sí: piense en Irak y en Irán y amáselo sobre la mesa con toda la bronca posible, hasta que la masa se ponga lisita y elástica. (“Toda guerra de liberación es sagrada; toda guerra de opresión es maldita” LACORDAIRE). Una vez bien lisa la masa, déle forma de rollo grueso y córtela en tajadas. Luego, con el palote, amase cada tajada dándole forma de galletas de ½ cm de espesor. Y acomódelas sobre una mesa donde habrá volcado cantidades industriales de harina. De otro modo se pegarán, ¡y adiós resultado! Así las cosas, tápelas con papel y deje que se hinchen bien. Mientras tanto, en lugar de irse a dormir la siesta o intentar entender poesía moderna ininteligible, sueñe la verdad de algún poeta que ha dejado huellas. ¿Listo? Ahora aprenda el “top-secret” para que los panes árabes no le fallen: una vez bien hinchaditos – me explica SALIMI – levántelos cuidadosamente de las orillitas sin apretarles la panza. Así, colóquelos sobre placas limpias y cocínelos hasta que estén sequitos pero tiernos y pálidos. Cuando los pruebe, comprobará que la masa, milagrosamente, estará separada en dos capas, sin nada de miga. ¿Qué por qué sucede esto si la masa, aparentemente, es igual a la de cualquier pan? ¡Que otro árabe o libanés me lo explique! “Feliz aquel que aprende a ser prudente a expensas de los demás” (ARIOSTO).






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